Aguchita es reconocida como mártir de la fe. Ella ha ofrendado su vida en el altar al momento de sus votos religiosos y Dios ha querido aceptar esa
ofrenda plenamente, en su totalidad, tal como fue aceptada la ofrenda de Jesucristo en su vida y en la Cruz. Aguchita está en el único altar, ofrecida toda, junto con nuestras pobres y muy limitadas ofrendas. Para Cristo. Para la comunidad de fe que es la Iglesia. Para nosotros. Para un mundo nuevo…
Para el Vicariato de San Ramón, para la Congregación del Buen Pastor y para la Iglesia en el Perú es un don de Dios.
Nuestra visión de Aguchita era siempre desde la fe, antes que desde la política. Necesitamos ver nuevos ejemplos a seguir, hoy. Especialmente los
jóvenes y las jóvenes. Aguchita nos motiva para el seguimiento de Cristo, para ser discípulos y misioneros y testimoniar el amor de Dios con palabras y con el servicio a nuestros hermanos.
Por eso, antes que ejemplo, Aguchita es un paradigma; es decir, descubre otros tantos seguimientos, otras tantas hermanas y hermanos que sin hacer muchos aspavientos, sin buscar la fama y el reconocimiento, siguen a Cristo.
Hoy se dice que si no saben de ti, no existes. Sí, hoy se visibilizan mucho los malos ejemplos y los fracasos en la vocación. Los buenos ejemplos casi nunca. Pero sí, existimos en la mirada de Dios y algún día será todo manifiesto.
Agradezco a la Hermana Eleana Salas, nuestra biblista/catequista, por elaborar estas nueve meditaciones en estilo lectio divina que podrán servir como una novena de preparación para la beatificación de Aguchita. También servirán después, en los encuentros grupales. Porque la santidad de Dios reflejada en nuestras hermanas y hermanos tiene que iluminarnos a todos.
Mons. Anton Zerdin. OFM
Obispo Vicario Apostólico de San Ramón
Presidente de la Comisión Episcopal de
Catequesis y Pastoral Bíblica